En la vida hay casos excepcionales.
Puede que hayas nacido en la casa real y no necesites buscarte las habichuelas para vivir a cuerpo de rey.
Quizá te metiste en el sindicato de estudiantes, sigues sin graduarte a los 30 y vives con tus padres.
O, por qué no, te metiste en las juventudes de algún partido y no sabes lo que es hacer la O con un canuto, pero te llega calentito todos los meses a tu cuenta corriente.
Este último caso, he de reconocer, no es tan excepcional como otros (al menos en España).
Correcto.
La vida y la venta son lo mismo. Esta frase es acuñada por grandes vendedores o copywriters de prestigio, como Isra Bravo o Luis Monge Malo. Y, sin querer abusar de ella, hoy te traigo un ejemplo que la pone en valor.
Porque, al igual que otros días te he dicho que hay que currárselo un poco si quieres tener resultados mejores o muy mejores, que diría aquel, hay casos en los que no es así.
Por ejemplo:
Si vendes condones, pues no vas a tener que persuadir mucho, la verdad. Ya viene la cosa calentita.
Si vendes bombillas, salvo que sea para decorar la casa entera de un youtuber, tampoco.
Si vendes pastillas de lavavajillas, ya entras con ganas de comprar solo de imaginar la pila de cazuelas en tu cocina.
Bueno.
Ya me vas entendiendo. Si vendes un producto de compra impulsiva o muy barato, podrías prescindir de atrapar a tus potenciales clientes en tu página web. Es lo que hay, no siempre se puede ganar.
Si es tu caso, me rindo. Entrego la toalla. Saco bandera blanca.
Un saludo,
Víctor
PD: Si vendes servicios o productos de precio alto. Abajo.