La infancia es una época maravillosa en la que buscamos muchas respuestas.
A nuestro presente.
Cuando eres niño, tienes esa virginidad que te hace ver la vida sin los condicionantes que conllevan con el paso del tiempo la familia, la educación o la sociedad.
Y si tienes hijos, seguro que te retrotraen a tus primeros años, aquellos en los que no parabas de preguntar e interesarte por todo tipo de cosas.
Encadenando una ristra de «porqués» a cada respuesta que obtenías.
Y es que, cuando somos pequeños, ante una circunstancia nueva o desconocida, nos gusta ser guiados por alguien mayor o con ese conocimiento que nosotros no tenemos.
¿Y eso qué tiene que ver con mi negocio, Víctor?
Pues mucho.
Con tu negocio, y con la forma de relacionarte con tus clientes.
Porque cuando ese niño o niña (me niego a poner la “e”) crece y se topa con algo nuevo a lo largo de su vida, el comportamiento que tiene tan interiorizado de dejarse guiar ante algo nuevo, resurge desde lo más profundo.
Sesgo, que debes aprovechar en tu web.
Para que los usuarios que aterrizan hagan lo que más te interesa.
Que en la mayoría de los casos debería ser una cosa, y tan solo una.
Porque si les das más opciones, vas a despertar la bestia que llevan dentro, y empezarán a hacerse infinitas preguntas.
Y tú te quedarás sin un cliente porque, como vimos ayer, la mayoría se van sin interactuar en ella para no volver (salvo que tengas tu página bien trabajada).
Un saludo,
Víctor
PD: si quieres guiar a tus clientes a través de textos de tu web, responde a este correo y veo si podemos trabajar juntos.
PD2: cuantas veces has tarareado la canción de ayer?