Si de algo me arrepiento de mi juventud es de haber salido tanto de fiesta.
Quizá, si hubiera invertido la mitad de ese tiempo en aprender ciertas habilidades como la comunicación o la venta, a estas alturas ya sería rico, en tiempo y dinero.
Pero como no fue así, intentaré aprovecharme de ello para conseguirlo cuanto antes.
El tema es que en muchas ocasiones salíamos de fiesta un grupo bastante amplio y variado de amigos.
Y, llegado cierto momento de la noche, solía darse el caso de que unos querían ir a un sitio, otros a otro, y otros no saben, no contestan.
Allí, parados en medio de una gélida noche de invierno salmantina, se podía formar un cónclave de cierra bares de lo más gañán que te puedes imaginar. Como si no pudiéramos ir unos a un sitio y otros a otro.
— Ahí no, que está lleno de pijos.
— A ese tampoco, que es de guarros.
— En ese ponen garrafón.
— Ese es de tecno charros (animal mitológico de la noche noventera).
Los argumentos solían ser muy variopintos, como puedes leer.
Pero había uno que, si por lo que fuera querías convencer a los demás de no entrar en cierto garito, funcionaba de maravilla.
— Eso es un campo de nabos.
Y, como por arte de magia, el quórum era inmediato. Sin titubear, nos íbamos con la música a otra parte. Donde fuera, pero lejos de ese lugar.
Así que de aquellas noches confusas y magufas podemos sacar un rentable aprendizaje.
Una de las dos mejores formas para comunicar son las metáforas. Entran como cuchillo caliente en mantequilla en nuestra mente.
La otra son las historias.
Y ambas forman un dúo perfecto para ser recordadas.
Si lo he hecho bien, comprenderás en qué consiste mi trabajo y cómo te puedo ayudar a ti en el tuyo.
Un saludo,
Víctor
PD: comunicación y venta para tu negocio
PD2: o aquí.